Ben-Huradas III

Con este tercer y último artículo (que incluye las crónicas pendientes de las carreras de carros de las Ludo Ergo Sum 2016) cerramos las Ben-Huradas, motivadas por el estreno de Ben-Hur 2016. (¡ALERTA DE SPOILERS!)

  1. Ben-Hur 2016. La carrera del cine épico clásico hacia el melodrama moderno, por María José Martínez Ruiz.
  2. Errores y aciertos en Ben-Hur, por Alfonso Mañas.
  3. Las Ben-Huradas, por David Temprano.

Esperamos que saquéis buen provecho de estos tres puntos de vista tan dispares, y que no os perdáis la película en los cines (en casa perderá puntos de espectacularidad).

NOTA: Todas las fotos corresponden al prototipo no comercial de Gladiatoris, y las miniaturas de estas fotografías son conversiones de otras marcas; no son propiedad de EscenaRYS.


las Ben-huradas

David Temprano.

“El circo es un juego de sangre; y ese juego necesita una estrategia.” Y por lo que parece en Ben Hur 2016, ese juego necesita un entrenador que vaya gritando esa estrategia desde una buena posición… aunque ocupe el espacio de los camilleros y les impida hacer su trabajo, convirtiendo una muerte accidental en un hecho risible.

¿Son acaso famosos los romanos por los diseños poco funcionales de su arquitectura? El relato cinematográfico puede ser muy audaz… El Coliseo de Roma era capaz de evacuar a 50.000 espectadores a una velocidad de vértigo gracias a sus vomitorios, pero en las (dudosas) entradas de la spina a la arena de este circo no cabe la camilla para la que están destinadas.

Como hemos podido comprobar por las agudas críticas de M. J. Martínez Ruiz y A. Mañas, este solo es uno más entre todos los errores que acumula Ben Hur 2016; incluso sería anecdótico, ya que responde a una necesidad de la trama -el accidente del camillero- que viene a apoyar el mensaje principal -las carreras pueden resultar mortales-. Pero, desde mi butaca de espectador, resultó definitivo.

Esa amalgama diversa que somos el público podemos aceptarlo todo, aguantarlo todo, en predisposición del posible “arrebato” por el que hemos pagado nuestra entrada. En las secuelas y remakes, nos basta incluso con una leve emoción que nos devuelva al momento pasado en el que fuimos extasiados por la película original. La música de Miklós Rózsa, acompañando la vuelta triunfal de las cuadrigas, hoy me sigue poniendo los pelos de punta. Así que, como público, aguanté la factura televisiva sin épica, misticismo ni planos generales; aguanté la pobre trama amorosa; aguanté las explicaciones machaconas (“…and God help you if you use voice-over in your work, my friends.“) destinadas a un público más joven y al parecer más estúpido; también la batalla naval vista -y capitaneada- desde una rendija… aguanté todo, aún sonriente, en espera de la gran carrera de cuadrigas… Qué decepción.

La reconstrucción histórica cinematográfica está siempre plagada de errores, y algunos de ellos calan en el imaginario colectivo; es el caso, por ejemplo, del famoso pulgar –pollice verso– que decide la vida y la muerte de los gladiadores. Así que no puedo evitar preguntarme: ¿dónde están las cuchillas de los carros? ¿Pero qué interés tiene la carrera si Mesala no lleva cuchillas en las ruedas? ¡Por los Dioses, si hasta las tienen las cuadrigas de Playmobil! Dado que la excusa de la verosimilitud histórica había desaparecido a los pocos minutos de metraje (maldita bajante, que sale en cinco planos y resulta muy difícil de creer)… ¿a quién se le ocurre cargarse las dichosas cuchillas?

Gladiatoris - Arena 4 CircoCuando mostramos los distintos tableros (“arenas”) que se pueden configurar en Gladiatoris, todo el mundo se sorprende al ver el Circo. He visto una mirada, entre esperanzada e ilusionada, en los jugadores que preguntan: “¿también se pueden jugar carreras de cuadrigas?”

Y es que varias generaciones adoramos el Ben-Hur de William Wyler, y nos asombramos al comprobar la escala ciclópea del Circus Maximus… ¡queremos recrear esas carreras! ¿Os imagináis en la primera fila, expuestos a ser aplastados por una cuadriga desbocada, viendo el sudor de los aurigas por conquistar la primera plaza?

Es muy común que los juegos del anfiteatro y del circo se confundan, y a menudo se piensa que “los gladiadores combatían en el circo”. Aunque se trate de un error obvio, este gran edificio también acogió en ocasiones combates mortales.

“Asiduamente dio espectáculos magníficos y suntuosos no sólo en el anfiteatro, sino también en el circo, donde además de las usuales carreras de bigas y cuadrigas también dio dos batallas, una a caballo y otra a pie”. Suetonio, Domiciano 4, 1.

el-circo-iCon la ampliación “CIRCUS”, se puede montar una gran pista de carreras para enfrentar a los gladiadores -ahora aurigas- montados en carros.

circo-1En 2011 abrimos varias veces las puertas del circo: la primera fue en Micron Valladolid, donde jugamos una carrera que titulamos Circus Maximus… pero que se jugaba, en realidad, en el pequeño circo de provincias de todas las demás. De hecho, nos vimos obligados a usar bigas (que ocupan 4 casillas) en lugar de cuadrigas (de 7 casillas).

ludi-pucelae-iv-8bLas nuevas reglas de carrera tenían muchas posibilidades, así que pronto organizamos nuevos encuentros.

En una disputada carrera de bigas,  presenciamos como los Caballeros dorados ganaron, en el último momento, a los Sin Escudo azules. ¡Los otros dos carros habían volcado desastrosamente!

ludi-pucelae-v-4-2También usamos el circo para organizar grandes batallas con los generales montados en carros de guerra… ¡con cuchillas en las ruedas!

Y es que, a menudo, resultaba más divertido lanzar a los carros al galope para embestir a los rivales. ¡Gladiatoris brilla en los combates múltiples!

ludi-pucelae-vii-15-redEn la séptima jornada de la segunda liga Ludi Pucelae, sólo con veteranos en las mesas, ocho jugadores participamos por parejas, cada uno llevando los colores de una de las cuatro facciones tradicionales del Circo: Albata, Prasina, Russata, y Veneta. La victoria fue para la facción Russata… ¡La mía! 🙂

Ludi Pucelae VIII 9-2En 2012, juntamos todas las ampliaciones de Gladiatoris para montar un enorme Circus Maximus, en el que llegaron a combatir a la vez ocho jugadores en una gran cacería en la que, además de grandes felinos, jabalíes y osos, participaron un cocodrilo, un hipopótamo, un rinoceronte y un elefante. Obtuvo la victoria el equipo amarillo de los Venatores (Cazadores).

Desde entonces, hemos jugado alguna vez más, y hemos perfeccionado las “reglas de carrera”, para ayudar a que los carros compitan hasta la meta. Queríamos reducir la frecuencia con la que el carro en última posición, desmoralizado, decide darse la vuelta para cargar frontalmente contra los que van en cabeza. Así no se puede ganar la carrera… ¡pero es muy divertido!

gladiatoris-les2016-b1En las jornadas Ludo Ergo Sum 2016 desempolvamos los viejos carros para enfrentarnos en una trepidante CARRERA DE BIGAS.

gladiatoris-les2016-b2Luis “Lusitor” en la facción azul, Pedro “Pedrotronicus” en la roja, Gerardo “Lanarch” en la naranja y David “Thraex” en la verde.

El primer giro a la spina está muy reñido: los verdes van en cabeza, pero los naranjas amenazan con sobrepasarles y cerrarles el paso.

Los carros retrasados, el azul y el rojo, chocan entre sí y sufren graves daños. Los camilleros de estos equipos entran en la arena, pero ningún auriga es derribado.

gladiatoris-les2016-b3

gladiatoris-les2016-b4El carro verde pasa fugaz entre los camilleros, que se lanzan a tiempo al interior de la spina (esta vez sí).

¡Vuelca el carro rojo! El pobre auriga-Secutor de Pedro muerde el polvo, y los demás carros giran de nuevo, completando la primera vuelta a gran velocidad.

El carro verde va en cabeza, y parece imparable, cuando los naranjas juegan la carta de munera “Saltar Turno”… ¡y el carro verde se retiene en seco!

gladiatoris-les2016-b5gladiatoris-les2016-b6Tras las últimas partidas (Munus Legitimum con Reika), estamos estudiando retirar esta carta, ya que son varios los jugadores que
consideran que desequilibra el juego (que se lo digan a mi auriga verde, que perdió la carrera), y no parece estar justificada (yo creo que el auriga estaba a sueldo del equipo rival).

El carro naranja sobrepasa al verde golpeándole el costado, y el auriga-Thraex cae al suelo. Los azules aprovechan para ponerse en cabeza, pero el naranja los golpea con su bastón (nuestros aurigas van armados) y acaba con él, dejando a un carro sin control.

La facción naranja de Gerardo se lleva la victoria, obteniendo dos palmas. Se reparten los premios, y la carrera termina así.

Gerardo (Petauristae naranjas): 10.800 sestercios
David (Parmularii verdes): 4.500 sestercios
Pedro (Scutarii rojos): 3.800 sestercios
Luis (Sine Scutum azules): 1.000 sestercios

gladiatoris-les2016-h1-gerardoLa última partida de las jornadas también se celebró en la arena del circo, pero en esta LUCHA DE CARROS Y FIERAS lo menos importante fue llegar a la meta: ¡los aurigas lucharon por su supervivencia!

gladiatoris-les2016-h2-luis-3A las riendas de la biga roja, Jorge Coto, alias Tiberio Sempronio Graco, “un clásico del frikismo en España”, fan del mundo romano y editor en HT Publisher; Álvaro Lomán, autor de la serie El Fin del Mundo, con los naranjas; y explicando el juego, Luis con los azules y Gerado con los verdes.

La carrera arranca con normalidad, pese a los peligrosos surtidores de aceite que empapan la arena. De pronto, en la segunda vuelta, se abren las trampillas de las fieras, y entran un tigre y un leopardo. Un carro pierde a sus caballos; el leopardo es atropellado y cae inerte… y aparece entonces un enorme león, que corta el paso a los carros. Obligado a rodar sobre el aceite, otro carro vuelca, y el resto quedan atrapados entre trampas de lanzas.

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gladiatoris-les2016-h6-gerardoLos espectadores rugen de alegría al ver a las fieras devorar a estos condenados ad bestias, que creían tener alguna posibilidad.

¡Victoria de los rojos de Tiberio!

Mientras los naranjas se retuercen de dolor y frustración, Tiberio celebra la victoria de su auriga (y la de su león, los únicos supervivientes en pie) con un paseo triunfal.


Debo reconocer que la nueva versión de Ben Hur 2016 ha sido meritoria en dos aspectos:

  • En primer lugar, nos ha hecho volver a la novela original de Lewis Wallace, principalmente para encontrarle una justificación a todos los cambios que nos han molestado, irritado e incluso enfurecido (¡cuchillaaas!).
  • En segundo lugar, nos ha devuelto las ganas de correr en nuestro circo para disfrutar de peligrosas maniobras, trampas y juego sucio. Estamos seguros de que, con las carreras de Gladiatoris, el público sí estará satisfecho.

gladiatoris-david-en-italicaDavid Temprano es escenógrafo de cine y televisión,
profesor de Dirección Artística en la Escuela de Cinematografía de la Comunidad de Madrid (Ecam),
y coautor de Gladiatoris.


Ben-Huradas II

Aquí está el segundo artículo que los colaboradores de Gladiatoris han preparado con motivo del estreno de Ben-Hur 2016. (¡ALERTA DE SPOILERS!)

  1. Ben-Hur 2016. La carrera del cine épico clásico hacia el melodrama moderno, por María José Martínez Ruiz.
  2. Errores y aciertos en Ben-Hur, por Alfonso Mañas.
  3. Las Ben-Huradas, por David Temprano.

Mañana publicaremos el último artículo, junto con las crónicas de las carreras disputadas en las Ludo Ergo Sum 2016.


errores Y aciertos en ben-hur

Alfonso Mañas.

Enumero errores y aciertos por orden cronológico de aparición en el film Ben-Hur 2016, (Timur Bekmambetov):

error: La película empieza con una carrera a caballo entre los dos protagonistas, en la que ya podemos ver estribos. Los estribos siguen mostrándose sin ningún pudor a lo largo de toda la película, siguiendo la línea de otros films de temática romana como Gladiator (Ridley Scott, 2000) o Pompeii (Paul W. S. Anderson, 2014), o la propia serie Roma (HBO-BBC-RAI, 2005).

error: Vemos a Messala luchando como soldado sin casco, algo absurdo, ningún soldado romano luchaba sin casco (pero claro, en la peli hay que mostrar la cara de los protas…).

acierto: El uniforme de los soldados romanos es fiel a ese momento histórico (año 33), pero los escudos que muestran (especialmente en la batalla en la nieve) son demasiado planos y pequeños (en tiempos de Tiberio usaban scuta normales, más grandes y cintrados que los mostrados en esa escena). Con todo, los escudos del film de 2016 están mucho mejor que los del film de 1959, que son de risa. Los uniformes –y sobre todo cascos y escudos– del film de 1959 son simplemente ridículos.

error: En esas escenas de las batallas del soldado Messala los romanos luchan dando tajos con sus espadas (como los piratas del Caribe), algo que ridiculizaban los romanos, pues la esgrima romana (la militar y la gladiatoria) se basaba en la estocada. Como decía Vegecio, “non caesim sed punctim” (no cortes, pincha). Como dice también Vegecio, los romanos se reían de aquellos rivales suyos que luchaban dando tajos. Cuánto se reiría un romano viendo estas películas, sino fuera porque se sentiría igualmente ofendido…

error: En una de esas batallas vemos a los romanos luchando contra una tribu del África negra. Eso no pasó jamás, pues los romanos nunca llegaron al África subsahariana. Lo más al sur que llegaron los romanos fue a Egipto. En cualquier caso en el reinado de Tiberio no hubo campañas en África.

error: En Jerusalén nunca hubo ningún circo como los representados en las películas de 1959 y 2016 (o las anteriores mudas). Flavio Josefo dice que en Jerusalén había un hipódromo, pero los expertos creen que sería la explanada del valle de Tyropoeon y no una estructura edificada (lo cual era lo predominante, solo una minoría de hipódromos [en el mundo griego] o circos [en el mundo romano] tenían gradas a su alrededor). Igualmente, parece que ahí se habrían celebrado carreras durante el reinado de Herodes el Grande (37aC-4aC), pero no después (por tanto no en tiempos de Cristo).

error: A lo largo del film vemos varios atuendos peculiares que no se corresponden con la moda y usos de esa época (vestidos por Messala, las mujeres, etc.). Me llama especialmente la atención la escena en la que Esther va montada a caballo tras Ben-Hur, pues ella lleva pantalones (la religión judía prohíbe específicamente a la mujer llevar ropa de hombre). Igualmente, era indecoroso que una mujer respetable (menos aún una ya casada) montase a caballo a horcajadas, pues si montaba debía hacerlo con ambas piernas por el mismo lado del caballo. Es más, el caballo era montura impropia para la mujer, considerándose el asno más adecuado, por ser más pequeño y por tanto más fácil subir. Este triple error se debe a la moda del cine de hoy de mostrar personajes femeninos antiguos con actitudes ‘muy modernas’, por no decir feministas (evidentemente todo resulta anacrónico).

acierto: El esclavo Ben-Hur lleva al cuello un collar con placa cuadrada (ambos de metal) como los que en efecto llevaban los esclavos romanos, y como los que llevan nuestros Esclavos de Gladiatoris. En este aspecto el film ha estado bien asesorado (o el director ha aceptado esa sugerencia del asesor histórico). Las placas de esos collares de los esclavos romanos solían contener inscripciones con mensajes del estilo “Tene me ne / fugia(m) et revo/ca me ad dom(i)nu(m) m/eu(m) Viventium in / ar(e)a Callisti” (CIL, XV, 7193: Retenme que no huya y devuélveme a mi amo, Viventius, [que vive] en el barrio de Callisti). Podemos suponer que el collar de un esclavo que perteneciese a una escuadra militar (como Ben-Hur) diría lo mismo, salvo que pediría que la persona que encontrase al esclavo huido lo llevase a esa unidad en concreto, por ejemplo “ad legionem XIII”.

error: Ben-Hur dice al jeque que ha pasado cinco años en una galera romana mientras el resplandor de sus blancos dientes nos deslumbra. Esto es una cuestión que ya me molesta bastante en el cine histórico, pues no requeriría nada de esfuerzo corregirlo y sin embargo lo dejan pasar, quedando absolutamente ridículo en la pantalla. Unos dientes tan artificialmente blancos llaman la atención incluso en una peli ambientada hoy en día, en la vida de personas normales, pero más aún en una peli sobre los tiempos de Cristo. Evidentemente, tras cinco años en una galera romana nadie tendría los dientes en ese estado de blancura.

error: Y ya que hablamos del tema de las galeras debemos profundizar en este asunto, de por sí muy polémico por el tratamiento que se le da en la novela y en las subsiguientes películas. Hay que empezar diciendo que el general Lew Wallace no era un experto en la antigua Roma, ni siquiera en sub-áreas específicas como la guerra en el mar o las carreras de carros. En cualquier caso, aunque lo hubiese sido, el conocimiento que se tenía de estas cuestiones en 1880 (cuando publicó la novela) no era tan completo como el que tenemos hoy. Por tanto cometió varios errores.

En primer lugar, los romanos usaron esclavos como remeros en sus galeras durante las Guerras Púnicas, pero después evitaron esa práctica, pues preferían remeros especializados (por tanto libres o libertos). Cuando no había remeros suficientes se recurría a los esclavos, pero se les daba la libertad antes del servicio, o justo al acabar este (como incentivo). Esto de usar esclavos lo hizo por última vez Octaviano en la batalla de Nauloco (36 a. C.). Durante el imperio nunca se usaron esclavos como remeros.

En cualquier caso, aún remontándonos a los tiempos de las guerras púnicas, no existía en la antigua Roma una pena en la cual se le condenase a uno a galeras (como sí existía mandándolo a uno a las minas, o a la escuela de gladiadores). En las Guerras Púnicas lo que hacía el estado romano era coger sus esclavos y destinarlos al trabajo que en ese momento necesitaba, que era mover los remos de sus naves, lo cual no era una pena.

Por tanto, la situación que recoge la novela (y las películas) de detener a una persona prominente (Judá Ben-Hur) y mandarla a galeras como pena es absolutamente ficticia, porque no existía tal pena y porque en esa época no se usaba a remeros no especializados.

Más bien, el tipo de condenado a las galeras que retrata la novela (y las películas) es el del galeote de las galeras españolas, turcas y de otras potencias del Mediterráneo en el siglo XVI. Esos sí estaban condenados al remo por años, muchos muriendo antes de cumplir sus condenas. Wallace –como buen militar– había estudiado (en la academia del ejército) Historia Militar, y por tanto había estudiado la Batalla de Lepanto (dónde ambos bandos usaron galeras con galeotes) y otras batallas navales similares del siglo XVI. También leyó El Quijote, donde Cervantes retrata ese tipo de galeotes. De hecho, la fila de galeotes que vemos en ambos films, cruzando las llanuras de Judea, tiene más que ver con el episodio homónimo de El Quijote que con una estampa romana real, y Cristo dando agua al sediento Ben-Hur solo nos recuerda a Don Quijote auxiliando a la fila de galeotes que cruza la llanura manchega.

error: Tras la batalla de Actium (31 a. C.) Roma ya no volvió a tener rivales en el mar. Por tanto, es absurdo cuando el film de 2016 dice que las galeras romanas van a enfrentarse a barcos griegos (dice “ningún griego pondrá un pie en mi barco”). Grecia había sido conquistada en la Batalla de Corinto (146 a. C.), desde entonces no volvió a haber ningún problema con Grecia, mucho menos en el mar. Es más, tras la Batalla de Actium (31 a. C.) la flota romana en el Mediterráneo se ocupaba en vigilar que no hubiese piratas, que tampoco había muchos pues ya César y Augusto los habían exterminado. Por tanto, en tiempos de Cristo solo parece posible que hubiese ocurrido alguna pequeña escaramuza entre alguna de esas galeras romanas de vigilancia y algún barcucho pirata aislado, pero no una batalla como la descrita en la novela y en los films. Cristo vivió durante la pax romana, cuando Roma dominaba el mundo, tanto en tierra como en el mar, no tenía enemigos porque ya los había sometido a todos. Con todo, el film de 1959 es más prudente, y no dice “griegos” en general al referirse a la flota enemiga, sino “una flota de galeras de Macedonia ha estado atacando al comercio romano”, lo que encaja mejor dentro de ese posible contexto de piratas.

error: Todos los films que muestran carreras de carros romanas fallan en el modo de representar cómo pilotaba el auriga; el auriga romano no agarraba las riendas con las manos, sino que llevaba éstas enrolladas en el tronco, para así poder tener las manos libres, una para el látigo y la otra para agarrarse al carro y no caer.

error: Los aurigas que competían en las carreras del circo eran infames (lo más bajo de la escala social) por lo que es absurdo pensar que un ciudadano de clase alta (como Messala) decida voluntariamente aparecer en público como auriga. Aún así, los gladiadores también eran infames, y sin embargo algunos caballeros y senadores aparecieron en público luchando como tales en los reinados de Julio César, Augusto y Tiberio, e incluso el emperador Cómodo también hizo tal cosa. No obstante, no hay ningún caso registrado referente a los aurigas. Sin embargo, si ocurrió tal cosa con los gladiadores es ‘verosímil’ que pudiera haber ocurrido con los aurigas, por lo que es ‘aceptable’ que Wallace ponga a su Messala como auriga en su ficción literaria (no es lo que más rechina en su trama).

error: Las carreras en el Circo Máximo de Roma eran a siete vueltas, por lo que es un error la carrera a nueve vueltas que aparece en el film de 1959 (vemos nueve delfines). Este error lo corrige la versión de 2016, pues muestra una carrera a siete vueltas (vemos siete delfines).

acierto: Es un acierto poner un marcador con delfines, pues en el Circo Máximo se usaba un marcador con siete delfines para indicar las vueltas. El marcador de la película de 1959 tiene dos delfines de más, pero el del film de 2016 es perfecto, aunque pone a los delfines echando agua por la boca al caer, cosa que no consta en las fuentes (pero que de nuevo entra dentro de lo ‘plausible’, y por tanto no me parece demasiado mal).

acierto: Las cuadrigas de Ben-Hur 2016 (con las ruedas pequeñas) son más rigurosas que las de Ben-Hur 1959 (con las ruedas grandes). Las fuentes visuales romanas siempre muestran a las cuadrigas con ruedas pequeñas.

error: En el film de 2016, durante la carrera, Messala aparece pilotando la cuadriga vestido de soldado, lo cual es inverosímil, pues un auriga iría vestido como tal, con el equipo necesario para pilotar una cuadriga (aunque como tampoco muestran a los aurigas pilotando como realmente lo hacían pues tampoco necesitan mostrarlos con el equipo de auriga).

acierto: La salida de las carreras del circo se daba con un pañuelo por parte de la autoridad que presidía, y al ver el pañuelo alguien daba una segunda señal que consistiría en hacer sonar un cuerno o agitar una bandera (esto último se desconoce, los expertos no se ponen de acuerdo, pues ninguna fuente detalla en qué consistía exactamente esa segunda señal que alertaba a todos).

error: En el film de 1959 las cuadrigas salen de las carceres (las puertas de salida) y dan una vuelta de desfile antes de la verdadera salida, mientras que en el film de 2016 la carrera empieza directamente al abrirse las puertas (para ahorrar tiempo suponemos, pues el film de 2016 es muchísimo más corto). En realidad parece que las carceres se abrían, salían los carros hasta la marca de salida (junto a la mediana [spina] que dividía la pista) y entonces se daba la salida real. Por tanto el film de 1959 es más fiel a este respecto.

error: Un circo romano tenía a un extremo las carceres (puertas) y al otro extremo gradas. El circo del film de 1959 es por tanto erróneo porque muestra puertas en ambos extremos. En el film de 2016 no hay gradas en esa curva del extremo del circo, y debería haberlas, pese a que hubiese un arco o puerta triunfal.

error: Ambos films muestran a gente en la mediana (spina) que dividía la pista. Esto es un error, pues en la mediana no había gente, solo monumentos (estatuas, obeliscos, altares, etc. en el caso del Circo Máximo).

error: La versión de 2016 muestra cómo Cristo es apresado en el Monte de los Olivos, acercándose a él una patrulla de soldados romanos. Esto sería un error, pues según dicen los Evangelios fue arrestado por “un grupo numeroso con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo” (Mateo 26.47, los otros tres evangelistas coinciden en esto), por tanto no había romanos entre ellos. De hecho, el film de 2016 muestra una imagen muy negativa de los romanos, decidiendo mostrarlos como ‘los malos’ de la película, rol con el cual tampoco estoy de acuerdo, por incorrecto. En historia no pueden ponerse etiquetas de ‘buenos’ o ‘malos’, pero en el caso de los romanos parece aún más injusto darles esa etiqueta, pues sin repetir el famoso discurso de La Vida de Brian, hay que recordar que los romanos llevaron a todo el Mediterráneo, y a Judea, la civilización (calzadas, seguridad, baños públicos, etc.). El film de 2016 simplifica las cosas (como la mayoría de películas) para que la gente pueda entenderlo todo más fácil, y asigna a los romanos el papel de malos, y dentro de ese papel va el mostrar a los romanos apresando a Cristo (pero como decimos esto es gratuito y erróneo, siendo los judíos los que apresaron a Cristo).

alfonso-manasAlfonso Mañas es Doctor en Historia del Deporte,
experto en gladiatura y deporte romano,
e Investigador de la Universidad de Granada
(Grupo CTS-545).


Alfonso Mañas entró en el equipo de EscenaRYS en 2014, y ha participado activamente en el diseño de todos los gladiadores de los cuatro equipos.

El autor de “Gladiadores: el gran espectáculo de Roma” (Ariel, Barcelona 2013), también ha publicado una detallada reseña sobre Gladiatoris, así como se ha ocupado de revisar y ampliar el glosario que acompaña al juego.

Ben-Huradas I

“El circo es un juego de sangre; y ese juego necesita una estrategia.”

Con motivo del estreno de Ben-Hur 2016, de Timur Bekmambetov (Metro Goldwyn Mayer-Paramount Pictures), encargamos a dos de nuestros colaboradores que escribieran sendos artículos sobre la película (¡ALERTA DE SPOILERS!):

  • María José Martínez Ruiz es Doctora en Historia del Arte, y profesora de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid.
  • Alfonso Mañas es Doctor en Historia del Deporte, experto en gladiatura y deporte romano, e Investigador de la Universidad de Granada (Grupo CTS-545).

Además, también disputamos varias carreras de carros en el circo de Gladiatoris… en las que el reto fue llegar vivo a la línea de meta.

  1. Ben-Hur 2016. La carrera del cine épico clásico hacia el melodrama moderno, por María José Martínez Ruiz.
  2. Errores y aciertos en Ben-Hur, por Alfonso Mañas.
  3. Las Ben-Huradas, por David Temprano.

Hoy publicamos el primer artículo. Permaneced atentos: mañana y pasado publicaremos los siguientes.


Ben-hur 2016. la carrera del cine épico clásico hacia el melodrama moderno

María José Martínez Ruiz.

90 años después del estreno por la MGM de su primera versión cinematográfica de Ben-Hur, dirigida por Fred Niblo y basada en la obra literaria de Lew Wallace, Ben-Hur, una historia de Cristo (1888), la misma productora asumió la aventura de estrenar una moderna versión para el público del siglo XXI: Ben-Hur 2016.

El reto no era pequeño, especialmente tras el gran éxito cosechado con aquella cinta del cine mudo, así como con su remake de 1959, dirigido por William Wyler. El reciente proyecto se antojaba arriesgado por cuanto suponía revisitar dos grandes producciones previas, muy aplaudidas por el público y por la crítica, con las cuales la nueva obra inevitablemente iba a ser comparada. Tal vez la MGM, avalada por la rentabilidad económica que en dos ocasiones Ben-Hur había deparado a la compañía, y arropada por la nostalgia como actual tendencia, manifiesta en la cosecha de revivals que nutren la cartelera, se embarcó en el difícil reto. A buen seguro el propósito era alcanzar el tercer gran éxito con la misma historia por la cual pagó los derechos en 1923. Toda una osadía por cuanto entre el público potencial habrían de hallarse entusiastas de la obra de 1959. La película de Niblo, protagonizada por el galán del cine mudo Ramón Novarro, queda muy lejana en el tiempo para el espectador de 2016, pero no tanto la pieza protagonizada por Charlton Heston, pues más allá del lugar que ocupa como obra maestra de la historia del cine, sigue manteniendo una estimable cota de popularidad; probablemente no encontrar Ben-Hur de Wyler en alguna cadena televisiva en Semana Santa sea tan difícil como no ver programada ¡Qué bello es vivir! de F. Capra (1946) en Navidad. Es decir, de un modo u otro, sigue presente en el imaginario colectivo. Por ello, un Ben-Hur 2016 inevitablemente iba a ser enfrentada cara a cara con su predecesora por buena parte de los espectadores.

Evidentemente, entre los llamados a las salas, no pocos se verían impelidos por la curiosidad de contemplar cómo los modernos recursos de la cinematografía resolvían esta vez uno de los momentos más épicos de la historia del cine: la carrera de cuadrigas y duelo trágico entre Judah Ben-Hur y Messala. Wyler en su momento supo servirse de los avances técnicos (sonoro, color, formato panorámico, cámaras más ligeras con mayor versatilidad en sus movimientos y enfoques…), a fin de replantear el clásico del cine mudo. Tuvo la audacia de hacerlo siguiendo en gran medida a aquel, especialmente en todo cuanto había cautivado al público: la espectacularidad de la batalla naval y la carrera de cuadrigas. Dado lo cual, fácil era pensar que la moderna versión de Timur Bekmambetov hiciera lo propio, valiéndose en este caso de las amplias posibilidades del cine digital; pero lo cierto es que el propósito de singularizar la obra respecto a sus predecesoras, tal vez asumiendo la máxima: “si no puedes hacerlo mejor, hazlo diferente”, ha llevado a introducir cambios importantes en el relato; cambios que modifican en gran medida la naturaleza de la historia y el sentido de las pasiones y rivalidad entre sus protagonistas escenificadas en la arena del circo.

El episodio fortuito que supuso la desgracia y condena de Judah y su familia: la caída accidental de la teja desde la azotea de la residencia de Ben-Hur cuando éste y su hermana se asomaban a contemplar el desfile de la nueva autoridad romana en Judea, −relatado así en la novela original de Wallace y en las versiones cinematográficas precedentes−, torna en la reciente producción en ataque deliberado por parte de un insurrecto, acogido por Judah en su residencia. Pasar de un accidente a un atentado no es una cuestión menor en la historia y en la percepción por parte del espectador de los hechos que se desencadenan a partir de ese momento. Ni los malos son tan malos, ni los buenos tan buenos. Sí, todo sujeto entraña sus luces y sombras, y semejante ambigüedad en la caracterización de los personajes es una tendencia consolidada en la ficción de los últimos años.

Ese giro del relato no es el único que aleja a Ben-Hur 2016 de la obra literaria original, y también de las versiones cinematográficas anteriores. Tras la batalla naval, Wyler nos presentó la mudanza en héroe del injustamente condenado a galeras, cuando más allá de su odio fue capaz de salvar la vida de uno de aquellos que habían participado de su sufrimiento. La versión ofrecida de este episodio por Ben-Hur 2016, al margen de las dudas que desde el punto de vista narrativo pueda suscitar el modo en el cual Judah se libera de sus cadenas tras el naufragio, desvirtúa la concepción previa del personaje, en la medida que transforma al antiguo héroe en un mero superviviente. Tales variantes del relato nos privan además de episodios muy interesantes, como el ascenso social de Ben-Hur tras salvar durante el naufragio de la galera a Quinto Arrio, quien se convertiría en su protector –en la moderna versión tal personaje desaparece–. Con ello, se eluden algunos momentos de gran intensidad dramática, como el encuentro entre los viejos adversarios en aquella legendaria secuencia del sello. De igual modo, desaparecen capítulos de indudable espectacularidad, que contribuyeron a la construcción de la imagen de la antigua Roma para el cine, y con ello para el gran público, como fue la entrada triunfal en el foro romano, construido en Cinecittá para tal fin.

Centrada prioritariamente en la relación de amistad-enemistad entre Ben-Hur y Messala, la moderna versión simplifica en exceso un relato al que por otra parte le sobra argumentación. A decir verdad, la tensión dramática que caracterizó a aquellas películas clásicas, se diluye ahora en una historia sentimental, con final feliz entre los antiguos amigos-adversarios, merced a un acto de redención humano. Decimos humano porque si bien la obra literaria original hace gala de una profunda religiosidad –no deja de ser un relato de la vida de Jesucristo en paralelo con la vida de Ben-Hur, donde los puntos de inflexión en el devenir de éste vienen marcados por la presencia divina–, esta pierde entidad en la reciente cinta. La simbólica luz divina que se hacía presente en el escenario en aquellas exitosas representaciones teatrales de Ben-Hur a fines del siglo XIX, fueron asimiladas en la película de Wyler, acompañadas de la figura un tanto misteriosa del Mesías. El misticismo del cual pretendió envolverse tal presencia, muy aplaudida por el público de su tiempo, y recientemente parodiada inteligentemente por los hermanos Coen en su película Ave César (2016), ha desaparecido por completo. Ciertamente, la sociedad ha evolucionado y el espectador del siglo XXI tal vez se sienta más cercano a una imagen de Jesucristo más carnal; lo hemos venido apreciando en diversas producciones desde los años setenta hasta hoy, mas cuando el casting no hace grandes distingos entre la caracterización del Mesías y del propio Judah a un tiempo, quizá algo falla en la puesta en escena del relato.

Algo que la moderna producción asumía acertadamente es que la carrera de cuadrigas era el elemento clave de la historia y el que habría de llevar a los espectadores a las salas. De este modo, tal duelo se hace presente en Ben-Hur 2016 desde los minutos iniciales, como prólogo de una historia tejida en pro de tal evento. Desde el punto de vista histórico, el circo de Jerusalén era tan fantástico en la cinta de Fred Niblo, como en la de Wyler, como también lo es en la presente pieza de Bekmambetov, no sólo desde el punto de vista escenográfico, véase el aire art-decó que ofrecía el set de la película de 1926, erigido en Culver City (California), o las esculturas que coronaban la espina, difícilmente vinculables a semejante periodo histórico, como también aparecían en la obra de Wyler, cuyos espectaculares decorados fueron erigidos en Cinecittà, (Roma), por citar apenas algún detalle, sino por la ausencia misma de referencias históricas sobre la existencia de un circo en Jerusalén. Ahora bien, se tomaron detalles interesantes a la hora de materializar la carrera: las líneas esenciales del esquema arquitectónico de un circo romano, el giro de los delfines que marcaban cada vuelta de los aurigas, el diseño mismo de las cuadrigas, presentes en numerosos mosaicos y relieves romanos, y lo más importante: la materialización de lo que en definitiva era un espectáculo de masas. Las dimensiones y entidad de la escenografía, así como el gran número de extras partícipes en el rodaje, contribuyeron a sobrecoger a los espectadores de 1926 como así hicieron con los de 1959 –citemos apenas que la cinta de Wyler contó con ocho hectáreas de pista y gradas para 15.000 extras–. Pero más allá de lo apabullante que podía resultar tal producción, lo cierto es que lo que convirtió a aquellas en películas atemporales fue el encaje maravilloso entre un cuidado trabajo de guión, arte, interpretación, foto, montaje…, aquello que no ha ocurrido demasiadas veces en la historia del cine. Los once Oscar obtenidos por la obra de Wyler hablan por si solos, pues batió un record que tardaría muchos años en ser igualado. Cabe decir que aún sigue sobrecogiendo semejante despliegue de medios y sobre todo la impecable resolución de tan compleja realización, muestra inequívoca de la atemporalidad propia de las obras maestras.

Andrew Marton estuvo al frente de la dirección de la unidad que rodó la carrera de cuadrigas en la película de 1959, contando con especialistas ya legendarios, como Yakima Canutt y su hijo Joe. La intensidad que logró alcanzar no fue menor a la de la película de Niblo, bien es verdad que los avances técnicos favorecieron la posibilidad de agitar de un modo diverso las emociones del espectador. Aun hoy resultan inolvidables las caídas, la cámara acariciando las ruedas, las cuchillas del carro griego… ¿dónde están? Sí, han desaparecido en la moderna versión de 2016, probablemente se impuso el respeto a las referencias históricas, pues no dejaban de ser pura ficción, más ¿quién puede olvidar la fuerza dramática de tales imágenes? Además, el espectador había sido preparado con sumo cuidado para tal duelo; el lento desfile de los aurigas que antecedía a la carrera, con la banda sonora de Miklós Rózsa de fondo, concedía un carácter épico a cuanto contemplábamos en la pantalla, nos disponía al desenlace, una tragedia que una vez iniciada la carrera no precisaría de música, porque el único sonido vendría dado por las ruedas, los caballos, los gritos de los aurigas y la plebe vociferante.

Desde luego el planteamiento actual es muy diferente, para Wyler aquella secuencia no se trataba de una carrera cualquiera sino de una carrera a muerte que resumía el odio entre Ben-Hur y Messala. De hecho, la figura de éste queda perdida en la arena, se desvaneció allí…, no sabríamos más de él. La novela de Wallace no lo hacía morir en el circo, en ella se alude a que éste no volvería a caminar, pero lo cierto es que desaparece de igual modo. En la reciente versión se ha querido recuperar su figura, aún mutilada, con el propósito de alcanzar la solución a su enemistad con Judah. Naturalmente, no era esta la historia que conocíamos. Frente a la redención divina, propia de la obra literaria original, y las producciones cinematográficas anteriores, el moderno relato ha impuesto la redención humana. Ésta es la que lleva a Messala y Ben-Hur a la inesperada reconciliación final, inesperada por cuanto ha sido creada ex novo por la cinta de Bekmambetov. De semejante modo, se ha mudado la forma en la cual tiene lugar la salvación de la madre y hermana de Ben-Hur. Si esta se auguraba cuando alcanzaban a ver al Mesías en su ascenso camino del calvario, como se muestra en la obra de Wallace y en las realizaciones cinematográficas previas. La metáfora de su cura se revela en Ben-Hur 2016 en el mismo calabozo donde aún viven encerradas, todo ello en un episodio muy diferente respecto al relato original, por más que Wallace ilustrara los pormenores de la Torre Antonia, en la cual las mujeres vivieron recluidas durante años.

Puede que resultara inevitable comparar, y cabe reconocer que a los remakes siempre les cumple el más difícil todavía. Una vez contempladas las tres versiones de la MGM, aun con los inevitables fallos y consabidos errores históricos presentes en cada una de ellas, la historia del cine, a buen seguro, seguirá cuidando el digno lugar que en todo momento ha ocupado la gran obra que filmó Niblo, y la magnífica pieza que dirigió Wyler. Ben-Hur 2016…, bueno, tal vez se desvanezca en la arena, solo tal vez.

María José MartínezMaría José Martínez Ruiz es Doctora en Historia del Arte,
y profesora de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid.


María José Martínez Ruiz (alias mjm) ha estado vinculada a Gladiatoris desde sus orígenes, manteniendo siempre un punto de vista crítico e incidiendo en el necesario rigor histórico.